AJOBLANCO, EL GAZPACHO DE ALMENDRAS
La variedad malagueña del ajoblanco es una sopa fría de origen humilde que podría remontarse a la gastronomía grecorromana, si bien hay quienes lo ubican como gazpacho de raíces moriscas. El pueblo de Almáchar, en la Axarquía, dedica el primer sábado de septiembre a su Fiesta del Ajoblanco, declarada de Interés Turístico de Andalucía, donde este plato es adorado, con razón, hasta la extenuación. ¿Por qué? Pues porque como entrante cremoso, fresquito, carece de rival. Saludable, ha servido de alimento en tiempos duros.
El ajoblanco, más menos denso o caldoso, está riquísimo en invierno y en verano, acompañado de un poquito de fruta (melón, manzana o uva moscatel). Y es apto para todos los gustos -veganos incluidos-, así como representativo de las bondades de la dieta mediterránea. ¿Qué más se le puede pedir?