El salchichón de Málaga es un producto tradicional que ha sabido mantenerse y reinventarse con el tiempo.
UN EMBUTIDO SINGULAR
El salchichón de Málaga es un producto tradicional que ha sabido mantenerse y reinventarse con el tiempo. Este embutido ha pasado de consumirse en las casas con un buen pan a entrar por la puerta grande de restaurantes y gastrobares, donde lo han acogido como un ingrediente de platos creativos y novedosos que lo han encumbrado como producto de referencia. De sabor especiado y textura blanda, se trata de un producto muy apreciado culinariamente que es muy versátil para multitud de platos.
El salchichón de Málaga nació realmente de una casualidad. La primera fábrica de este producto abrió a las afueras de Cártama en 1820 de manos de la familia Prolongo, quien producía un embutido similar a los “salame” genoveses. La humedad del mar que llegaba hasta la zona hacía que el embutido no terminase de curar, lo que daba lugar a que se estropease en las casas en poco tiempo. De esta forma, se extendió su consumo en fresco y así ha llegado hasta nuestros días. Precisamente, es esa frescura la que permite que sea prácticamente una masa muy moldeable para la cocina.
El salchichón de Málaga ha tenido un auge tan intenso en los últimos años gracias la restauración que ya cuenta con su propio día gastronómico para ensalzar sus propiedades, atributos, historia y su papel en la cocina.
CÓMO SE PREPARA
El salchichón de Málaga es un embutido y, como tal, la forma más habitual de consumirlo en las casas es cortado en rodajas y acompañado de unos picos de pan, unas regañás o un buen pan artesano. No es así en los restaurantes, que han sabido acoger a este producto tan apreciado en Málaga de una forma muy creativa, sacando lo mejor de sus atributos y dando lugar a platos muy interesantes e innovadores.